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Mercado para el bien común

Publicado el 24/06/2019 en Noticias UCC

En el marco de su visita a Córdoba para dictar un seminario sobre lenguaje y religión en nuestra Universidad, dialogamos con Juan Carlos Scannone sj, uno de los principales referentes de la Teología del Pueblo y profesor emérito en diversas instituciones de Argentina y Europa. La convocatoria del Papa Francisco para la construcción de una nueva economía mundial, uno de los ejes centrales de nuestra conversación.

¿El sistema económico actual tiene víctimas?

Claro que hay víctimas, sobre todo generadas a través del desempleo estructural. El Papa dice que el sistema los posiciona como desechos o sobrantes, y esto puede afectar a pueblos enteros, por ejemplo, del África subsahariana. Por otro lado, pero al mismo tiempo, hay una concentración de países cada vez más ricos y otros cada vez más pobres, una brecha que incluso puede darse dentro de una misma nación. Por ejemplo, en Estados Unidos se ha comprobado que la brecha entre ricos y pobres sigue creciendo, en lugar de disminuir.

¿A qué se debe esto?

La ideología neoliberal absolutiza al mercado, algo sobre lo que la Iglesia es muy crítica. Una cuestión a tener en claro es que el mercado puede ser un muy buen instrumento, pero que, si lo dejamos solo, termina creando esa brecha de la que hablamos. El mercado debe ser pensado como instrumento para el bien común.

La economía de mercado por sí misma es buena, pero el problema es el modo en el que se la utiliza. Varía según las circunstancias culturales del momento, pero en general en todo el mundo, usan al mercado casi como fin y no como medio para el bien común, por lo que se quita toda regulación de la sociedad civil y del Estado al mercado. La autorregulación crea víctimas. El mercado regulado pensando en el bien común, no solo por el Estado, sino por la misma sociedad, es un instrumento muy bueno para el crecimiento de la riqueza de los pueblos.

El Papa se ha mostrado muy activo sobre el tema, convocando al debate a distintos sectores ¿Cree que puede surgir una solución tangible?

Soy positivo en que todo este accionar del Papa Francisco es una posibilidad real, aunque no tan optimista en el sentido que esto se vaya a dar, porque hay muchas fuerzas en contra. Si se unen todas las fuerzas que van para el bien, con las que buscan sus intereses en forma inteligente, yo creo que entonces se puede lograr. Lamentablemente, porque somos pecadores, buscamos muchas veces nuestros propios intereses y esa es la gran mayoría en el mundo. Hay una minoría de buena voluntad, que explícitamente por razones religiosas o éticas, busca el bien común.

¿A qué se refiere con buscar los propios intereses de forma inteligente?

Se logra no pensando en el corto plazo, si no en el mediano y largo plazo. Algo así pasó en Europa a comienzos del siglo XX, donde los capitalistas, los empresarios y el Estado, se dieron cuenta que era mejor buscar el bien junto con los obreros y hacer una economía social de mercado y un Estado social de derecho, en lugar de tener continuas huelgas o lucha de clases. Atentos a la globalización de la economía, eso habría que traducirlo a un nivel ya no nacional, sino que se necesitaría un tipo de gobierno mundial que pueda ser realmente eficaz, unas Naciones Unidas donde no exista el veto de las grandes potencias.

Básicamente se trata de unir fuerzas para el bien común…

Tuve la oportunidad de estar en reuniones de académicos y también de sindicatos. Ahí uno se da cuenta que buscan lo mismo desde ambas partes. Es decir, de una parte, la función de los académicos y por otro lado los que están en la acción directa, en este caso sindicalistas. Me parece muy importante esa coordinación de fuerzas entre todos los que están buscando una alternativa a esta sociedad violenta, que tiene desechos y sobrantes. Unir lo académico con lo político, cada uno en su propio rol, pero en diálogo y coordinación. Si se consigue eso, se podrá ir logrando que la teoría se haga realidad.

¿Qué rol deben ocupar las universidades en esta propuesta de Francisco?

Es muy importante el papel de las universidades y principalmente de los departamentos de economía, que deben dialogar con los de ciencias sociales, teología y filosofía. Todo debe estar interrelacionado para poder pensar estas cosas que el Papa quiere que pensemos, que básicamente es cómo salir del paradigma tecnocrático. Las universidades tienen el reto de ir pensando alternativas viables, pero congruentes con el pensamiento cristiano y el respeto a la dignidad humana del trabajo.

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