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El camino de la intolerancia

Publicado el 09/11/2018 en Actualidad

Llegué a Brasil en 2014 con el propósito de realizar mis estudios de doctorado. Me cobijó la Universidade Federal Fluminense (UFF) y sus edificios, que comparten la Bahía de Guanabara, en la otra orilla de Río de Janeiro.

Desde el año 2003 habían sido electos por el voto democrático, gobiernos del Partido dos Trabalhadores (PT). Éste debía su conformación al incipiente movimiento sindical bajo la dictadura cívico-militar (1964-1985) y reforzó sus cuadros con intelectuales exiliados que comenzaron a llegar al país con la apertura a la democracia, hacia inicios de los años '80. Ignacio Lula da Silva, operario metalúrgico, y varias veces candidato a presidente, fue finalmente electo en 2002 bajo una propuesta impactante: el derecho de los brasileños a comer tres veces al día. El diagnóstico radicó en que el hambre se había naturalizado como hereditario y los resultados de la implementación de una batería de medidas para contrarrestarlo, entre otros, fueron: la reducción en 58% de la mortalidad infantil por desnutrición, y el descenso de la subalimentación en un 82%. Dilma Rousseff fue electa en 2010, para continuar y profundizar estas políticas de distribución de ingresos. Ambos gobiernos consiguieron, hacia el final del período, reducir en un 89% la extrema pobreza. Si los niños en esa condición representaban el 10,5%, en 2003, disminuyó hasta un 0,3% en 2013.

En lo que refiere a educación y universidades, no solo se crearon 18 nuevas universidades federales y la matrícula se amplió en un 100%, sino que estas expansiones fueron acompañadas de políticas inclusivas, como los comedores estudiantiles, las becas de grado, posgrado y de estudios en el exterior, y los cupos raciales. Brasil es un país marcado por desigualdades económicas, ahondadas por cuestiones raciales. Antes de la llegada de los gobiernos del PT era muy difícil el acceso de un joven negro, pobre y estudiante de escuela pública a una universidad.

Lula decidió apostar al potencial de Petrobrás y desoyó los consejos privatizadores. El descubrimiento de una plataforma de petróleo a siete mil metros de profundidad y a 300 km de la costa fue un espaldarazo a esa confianza. La actividad petrolera dinamizó la economía. Con fuerza de ley, Dilma, asignó una porción fija de las regalías petroleras, hasta 2043, para reforzar las partidas de salud y educación. Con ello, la expansión de la capacidad de producción de barriles de petróleo también expandiría los recursos para profesionales, materiales y políticas educativas y de salud.

En Niterói, la ciudad donde se asienta la UFF y mi espacio cotidiano entonces, el clima se había enrarecido para las elecciones de 2014 por la gran intervención de los medios de comunicación masivos en favor del proyecto opositor del PSDB. La dinámica de la economía internacional, que redujo el impulso económico, fue hábilmente atribuida por la prensa a falta de capacidad de gobierno. Se entrelazaron viejos poderes y artes espurias para llevar adelante una formalidad legislativa, y concretar el Golpe de Estado parlamentario, en 2016. Una de las cosas que más llamaron mi atención, por aquel tiempo, fue la campaña de la Red O Globo que se ensoberbecía de haber dedicado "sus mejores esfuerzos" -49 tapas de la revista Veja-, para poner fin al ciclo del PT. (Veja, 16/05/16). Aún, al día de la fecha, y a pesar del tratamiento espectacular en los noticieros centrales, los escándalos de corrupción -el mayor de ellos bajo la investigación "Lava Jato"-, no han demostrado vínculo fehaciente con ninguno de los dos ex mandatarios.

La restricción de recursos comenzó a afectar el funcionamiento regular de las universidades en 2017 (como por ejemplo el pago de factura de electricidad). El interregno de Temer se propuso minar las conquistas sociales y atribuir al PT la persistencia de males endémicos: la pobreza y la corrupción. La solución milagrosa, afirmada con carácter de evidencia, consistió en atacar a los pobres que viven (del dinero que las políticas públicas distribuyen) de la política. El confinamiento en prisión de Lula y la proscripción de su candidatura, profundizó el programa diseñado con el desplazamiento de Rousseff.

El clima que se vive hoy entre los estudiantes universitarios, profesores y personal de la cultura es de alerta. La amenaza de intervención sobre los contenidos curriculares convive con las irrupciones de las fuerzas militarizadas en los campus universitarios y la concreción de acciones violentas contra las minorías por cualquier particular.

Jair Messias Bolsonaro propuso intolerancia, y es el camino elegido por la mayoría de los votantes. A los estudiosos de los procesos sociales del Brasil les ocupará identificar, explicar o tratar de comprender sobre aquel tiempo: donde la promesa democrática de construir con otros, se convirtió en la urgencia totalitaria del capricho individual.


Por el Dr. Juan Ignacio González, profesor de nuestra Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales.

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