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Decisiones y no decisiones frente al riesgo global

Publicado el 06/04/2020 en Noticias UCC

El anuncio público de un escenario de riesgo puede tener profundas consecuencias en la población. Ante la irrupción de una pandemia, como la que hoy sufrimos, la subestimación o la sobreestimación por parte de los gobiernos muestra que frente a un riesgo materializado el mundo ha reaccionado de manera heterogénea.

Algunos países optaron por el aislamiento social, otros por la cuarentena y unos cuantos están siendo indiferentes, denominándose esta última posición "el mito de la invulnerabilidad". Esta creencia hace más vulnerable a los países, pues sus gobiernos dejan de tomar medidas preventivas tan imprescindibles para hacer más eficiente su capacidad de respuesta frente a la pandemia.

El coronavirus está presumiendo una dura prueba no solo para los sistemas de salud de los países más afectados por la pandemia, sino también frente a las consecuencias económicas, sociales y políticas que se deberán afrontar en el corto plazo. Ante lo cual las decisiones y no decisiones son muy diversas.

China, lugar de origen de la pandemia, tomó decisiones contundentes para reducir la curva exponencial de los contagios, aunque esperó casi un mes en implementarlas. Cuarentena, cuarentena ampliada, cierre de aeropuertos, suspensión de vuelos internacionales, testeo, internación, seguimiento y aislamiento son algunas de las decisiones a las que se sumaron estrictas medidas de control.

La Comisión Europea ha movilizado diversos recursos para acompañar a los Estados miembros en la coordinación de sus respuestas nacionales, y ha sumado esfuerzos para contener la pandemia. Por su parte, cada Estado miembro ha hecho lo suyo frente a la adopción de medidas. Italia ha ido implementando medidas de aislamiento progresivas, y hasta llegó a interrumpir las actividades productivas salvo aquellas esenciales. En España, el Gobierno aprobó un endurecimiento del aislamiento al decretar la "hibernación" de la economía y evitar así el colapso sanitario. Alemania, avanzó, en general, en el cierre de establecimientos no considerados esenciales para restringir el contacto social y aplacar la transmisión del virus, medidas que presumen casi la paralización de la mayor economía europea. También presentó un plan económico para hacer frente a esta crisis. Francia reaccionó tarde ante la pandemia. Tomó una serie de medidas de choque (económicas y políticas) y restricciones de movimientos.

El Reino Unido, tímidamente fue imponiendo el aislamiento a través de acciones laxas, sin tener en cuenta las estadísticas de los casos. El primer ministro británico anunció una serie de medidas de apoyo para las empresas y para los trabajadores afectados con el fin de minimizar los impactos que el virus dejará.

Estados Unidos, el país más afectado por la cantidad de casos, no toma medidas de aislamiento para prevenir el avance del virus. Solo ha tomado algunas medidas de alerta para aquellos Estados en los que la pandemia ha afectado de manera exponencial. En su discurso el Presidente Trump invocó una ley de 1950 sobre la Producción de Defensa, a través de la cual se puede obligar a diversas empresas a que produzcan material médico necesario para enfrentar a la COVID-19.

América Latina, por su parte, posee una estructura de respuesta ante este tipo de situaciones, que quedó a partir de la experiencia de la gripe H1N1, que azotó al continente durante 2009. Pero un nuevo virus está interpelando a Latinoamérica, y pone en evidencia las limitadas capacidades para la posible atención exponencial de casos de coronavirus debido a la falta de inversión en prevención, es decir que la experiencia no dejó aprendizajes en la región. Las medidas son heterogéneas y los gobiernos accionan independientemente de lo que se observa a nivel mundial. Muchos de estos países están perdiendo un "tiempo de oro" fundamental para reducir el impacto que generará esta pandemia, que ya se hizo presente en el continente.

Particularmente en Argentina, se está actuando frente a esta crisis con moderación y decisión. El presidente Alberto Fernández decretó el aislamiento preventivo, social y obligatorio desde el viernes 20 de marzo. Las medidas son extremas hasta el punto de blindarse las fronteras como medida para detener el avance exponencial del virus. A la par de esta situación de salud pública se comienzan a conocer una serie de medidas económicas que pretenden reducir el impacto que el paso del coronavirus dejará en nuestro país, tan vulnerable frente a un riesgo de estas dimensiones.

Las consecuencias que sobrevendrán sobre los estados serán múltiples, porque si algo caracteriza al riesgo es su multidimensionalidad ya que una vez materializado como desastre (pandemia) impacta en todos los ámbitos de la vida. Y deberán pensarse que las consecuencias no solo serán a corto plazo, deberán analizarse también aquellas que serán a mediano y largo plazo como también las consecuencias coyunturales que surgirán. 

Para finalizar, creo que ante las consecuencias de este tipo de fenómeno los gobiernos deben aprender que la diferencia está en "gestionar el riesgo" y no "gestionar en el riesgo".


Por Silvia Fontana. Especialista en gestión del riesgo de desastres. Profesora e investigadora de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UCC.

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