"En misiĆ³n" universitaria


El 27 de septiembre de 2020, la Compañía de Jesús cumplió 480 años de su nacimiento. Se trata de la orden religiosa a la que se le confió la Universidad Católica de Córdoba desde su fundación. San Ignacio de Loyola funda la orden misionera con 10 "amigos en el Señor" que conoció en la Universidad de París.

La nueva orden comparte el espíritu o "modo de proceder" de invitar a comprender las acciones fundamentales de la vida en clave de misión. Dada la búsqueda o tensión hacia el "mayor bien posible", que se expresa en formulaciones como: cuanto más universal, mejor; cuanto más atento a quienes más lo necesitan, mejor; cuanto más duradero, mejor; los jesuitas y quienes comparten nuestro modo de vivir el mundo, nos vimos desafiados a cultivar el ingenio, los métodos y la profundidad propios de la Universidad de cada tiempo.

Algunos ejemplos pueden ilustrar tal necesidad de conocimientos de nivel superior para hacer posible la convivencia; el respeto y el afecto mutuo en diversos contextos. El P. Mateo Ricci, sj (1552-1610), primer extranjero en entrar en la ciudad prohibida en Pekín, para ganar el prestigio que necesitaba con el fin de acercarse al Emperador, no sólo estudió durante años la lengua y cultura china, sino también astronomía y cartografía al más alto nivel. De manera que pudiera servir a los "sabios" del país de oriente en algo útil para ellos. De hecho, es el autor del primer planisferio en el que China, el país del centro, se encuentra en tal lugar.

Un par de ejemplos de nuestras tierras: lucidez universitaria tuvo José Sánchez de Labrador, sj (1717-1798), cuando decide describir con enorme precisión la flora y la fauna de la zona de los 30 pueblos guaraníes en territorios que actualmente pertenecen a Argentina; Paraguay y Brasil. O cuando constata, después de años de duros trayectos a pie, que los ríos de la Chiquitanía, en Bolivia, pertenecen a la cuenca del río Paraná.

Como modelo de la profundidad humanista conviene evocar al Hermano José Brassanelli, sj (1658-1728), el "Miguel Ángel" de los pueblos guaraníes que debía realizar una reforma artística en la escultura y pintura implantando el triunfalismo barroco. Influye muchísimo durante más de 30 años con una fervorosa labor en nuestras tierras. Sin embargo, sus últimas obras muestran que se trató de un maestro enseñado. El genio de Brassanelli pudo aprender que la etnia guaraní tenía su sensibilidad propia, su modo de relacionarse con la trascendencia y, no sólo respetó los maestros guaraníes, sino que se dejó llevar lúcidamente. No aprendió sólo el lenguaje verbal sino también el estético. Tal profunda y respetuosa sensibilidad capaz de aceptar lógicas diferentes se espera de nuestro acercamiento universitario a los desafíos de cada tiempo y de cada grupo humano.

Recordar la pasión de quienes nos precedieron puede ayudar a alimentar la nuestra. Faltó tiempo para evocar no sólo a quienes construyeron pueblos; sino a quienes los trasladaron; a quienes acompañaron epidemias; a quienes organizaron ejércitos para defenderse de cazadores de esclavos; a quienes organizaron cabildos indígenas que son ejemplo de convivencia cívica y muchos otros logros que hacen a la generación de una verdadera civilización del pueblo guaraní alentada desde Córdoba, con su Universidad.

Volviendo al inicio, celebramos casi cinco siglos de innovar generando el compromiso, la apasionada determinación de vivir "en misión", ya sea la gestión universitaria; la docencia; nuestro tiempo de estudiantes o los variados servicios de apoyo que necesita la educación superior.

Vivir la Universidad "en misión" es afrontarla con pasión por el tiempo presente, con pasión por dar lo mejor de cada persona ante las adversidades y las posibilidades de cooperación; pasión para lograr el encuentro entre culturas o, dicho de un modo más sencillo, la comunicación entre personas y grupos; pasión para poder mirar juntos y lejos, en el espacio, hoy no nos tocará mirar estrellas o ríos por navegar, pero sí, decidir acerca de qué tecnologías usar, transitar, y cómo; pasión para lograr encuentros venciendo las dificultades que, a veces, ponemos nosotros mismos.

Que recordar el inicio de la Compañía de Jesús sea un momento de memoria inspiradora que nos aliente a ver mucho más allá durante el tiempo de pandemia; para sentir y profundizar con una mejor inteligencia, con el fin de llevar adelante la propia "misión universitaria" ayudados por el Espíritu que hace llevadero lo difícil y posible aquello que parece humanamente imposible, como puede ser avanzar superando lo adverso e incierto gracias a un proyecto común con tan buenas raíces y tan esperanzador futuro.



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