Memoria del martirio de los Jesuitas Universitarios del Salvador

Este 16 de noviembre se cumplen 20 años del asesinato de los jesuitas universitarios Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno, Joaquín López y dos mujeres que trabajaban en la misma comunidad universitaria. Fueron asesinados por fuerzas paramilitares, en el contexto de la larguísima guerra que segó más de 70.000 vidas en el Salvador.


Los jesuitas de la Universidad habían hecho una muy clara opción a favor de la lucha por la Justicia desde su opción de Fe en Jesucristo. Esto los llevó a tomar posiciones muy claras a favor de una Paz fruto de la Justicia. Eso mismo les trajo la enemistad y el odio de los sectores emparentados con el poder político y económico que se beneficiaba con la opresión y la exclusión de los más pobres.

Decían los jesuitas pocos meses antes de su asesinato: “La razón principal (de este odio) es que la Universidad Centroamericana muchas veces se convierte objetivamente en adversario de proyectos económicos, políticos y militares del gobierno. Y puede ser adversario poderoso, no porque tenga poder económico, político o militar, sino porque tiene el poder social basado en la palabra universitaria, racional y cristiana. Y si esa palabra es palabra de verdad, entonces se convierte en poder incómodo.”  1

En una carta dos días después del asesinato, el Padre General de los Jesuitas decía: “Es difícil expresar todo el horror que suscitan este crimen premeditado y tan inhumanas torturas. Nada puede justificar esta barbarie:… ni la orientación bien conocida de nuestra Universidad Católica, ni las actividades o escritos de los jesuitas, que sólo han pretendido dar lo mejor de sí mismos por el bien de la Iglesia y el pueblo salvadoreño…”
“…Por desgracia su sacrificio es uno más, que se une al de centenares de hombres y mujeres, víctimas de los combates y represalias que se engloban en ese círculo infernal de la violencia y de la muerte.”  2

 


1 "Carta a las Iglesias", 22 de julio de 1989
2 Carta del Padre General Meter Hans Kolvenbach del 18 de noviembre de 1989

Una universidad Comprometida
La convicción de los Jesuitas de que la Universidad no puede permanecer neutral e impasible ante los conflictos y problemas de injusticias que sufren las grandes mayorías populares los llevó a vincular estrechamente los aprendizajes académicos a los grandes problemas de falta de acceso a la educación, la salud, la justicia y al irrespeto de los derechos humanos que sufrían los sectores más desfavorecidos de su país. Eso hizo que se reorientaran los procesos de investigación y las perspectivas de la docencia en la Universidad, a fin del que la Universidad Simeón Cañas tuviera una clara proyección social comprometida con los más pobres.

En esta fecha las Universidades confiadas a la Compañía de Jesús de Latinoamérica y del mundo queremos hacer memoria de estos mártires. Su martirio, como la misma palabra lo indica, es testimonio de que el amor de Dios manifestado en Jesucristo se hace carne en opciones claras por parte de nuestras instituciones universitarias. El amor lleva hasta entregar la vida.

El testimonio de la vida y la muerte de estos mártires jesuitas y laicos, nos debe servir de luz para alumbrar el camino de nuestras universidades, también el camino particular de nuestra Universidad Católica de Córdoba.

El padre Ignacio Ellacuría –rector-, discípulo del filósofo español Xavier Zubiri afirmaba que la inteligencia lo que hace es, fundamentalmente, aprehender la realidad, tratar de captar lo real como real, no abstractamente. Lo que hace la inteligencia es aprehender la realidad y enfrentarse con ella. Este proceso tiene tres dimensiones que él llama el “inteligir de la liberación”. Estas son: hacerse cargo de la realidad, encargarse de la realidad y cargar con la realidad.

En primer lugar, él dice hacerse cargo. Hacerse cargo tiene que ver con un pensamiento encarnado, contextualizado. Es el momento teórico; pero no se teoriza en el aire, sino haciéndose cargo de lo real. La Universidad y los Universitarios no sólo aprendemos o enseñamos una disciplina particular, lo hacemos en una realidad, afectados por un contexto del que debemos hacernos cargo. Y en nuestro caso particular es un contexto de exclusión, pobreza e injusticia que afecta muchos argentinos. Por lo tanto el conocimiento no es neutral. Debemos hacernos cargo de esa realidad porque formamos profesionales para esa realidad, que no pueden ser insensibles. Por lo tanto esa realidad debe estar presente en nuestra perspectiva al enseñar y aprender, al producir conocimiento.

En segundo lugar, dice Ellacuría que además de hacerse cargo, la inteligencia tiene que encargarse de la realidad, tiene que encargarse de ponerle una dirección, un color, unas expectativas, un horizonte; tiene que hacer algo con la realidad para que vaya llegando a ser lo que debiera ser. Esa es la dimensión práctica. Aprendemos y enseñamos para ayudar a transformar la realidad (de lo contrario lo que hacemos es alienante). Los procesos académicos tiene una finalidad y orientación: ayudar a transformar la realidad a través de profesionales más concientes y sensibles, comprometidos socialmente para mejorar la realidad. Personas que se encarguen de la situación de innumerables hermanos que sufren, para ayudar así a construir un país más justo.

Y en tercer lugar: dice Ellacuría, que al ser humano no se le dio la inteligencia solamente para aprender muchas cosas sino también para cargar con la realidad (dimensión ética). La realidad pesa, el que quiera conocer realmente lo que es la exclusión deberá hacerse cargo de la exclusión real, no de la definición de exclusión de los manuales. El que quiera encargarse de la opresión para que deje de ser opresión va a ver muy pronto que tiene que cargar con algo: con la reacción de quienes quieren que la opresión siga (que son muchos). Cargar con la realidad, dejarnos afectar por lo que la realidad tiene de peso, eso es parte de la misión de nuestra docencia y de la misión de nuestros graduados.

En este vigésimo aniversario del martirio de nuestros hermanos jesuitas, decíamos, queremos hacer memoria de ellos, para que su testimonio, nos ayude a nosotros mismos a hacernos cargo, encargarnos y cargar con nuestra realidad argentina, como universitarios, en nuestra Universidad Católica de Córdoba.

 

P. Lic. Rafael Velasco, sj
Rector






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