Elecciones, Ciudadanía y República


En relación a las próximas elecciones nacionales, evento por demás relevante para las instituciones de la República y que conlleva, naturalmente, una ocasión significativa para que la ciudadanía manifieste su voluntad soberana por medio del ejercicio del voto democrático, los Obispos argentinos han dado a conocer en fecha más o menos reciente, el documento: “Las elecciones, exigencia de compromiso ciudadano”

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En el mismo, la Conferencia Episcopal afirmó que “el proceso electoral es una preciosa oportunidad para un debate cívico acerca del presente y del futuro que deseamos para la Argentina”. Insistieron en que “es necesario crecer en madurez para que un cambio de autoridades no signifique una crisis sino una alternativa normal de la vida democrática”. Asimismo,  los Obispos expresaron que “se pueda pensar en el largo plazo y no solamente en el rédito político inmediato”. Con respecto a la competencia electoral, advirtieron que “la elección de gobernantes, en los poderes ejecutivos y legislativos de todos los niveles, no debe ser el resultado del “marketing”. Acerca de la imperiosa necesidad de consensuar políticas de Estado, mencionaron algunas tareas imprescindibles como “la superación de la marginación y la pobreza extrema; la desnutrición infantil; la generación de fuentes de trabajo; el respeto de los derechos humanos y la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural; el fortalecimiento de una educación inclusiva y de calidad; la lucha contra el narcotráfico y la trata de personas; la disminución de la inflación que impide el crecimiento y erosiona gravemente los ingresos de los más pobres; la transparencia en la administración pública y la lucha contra toda forma de corrupción”.

Estos y otros asuntos de relevancia han sido abordados también por el Foro de Convergencia Empresarial, a través del documento “El rol del Estado y el buen gobierno republicano”, al que adhirieron el Consejo de Rectores de Universidades Privadas y la Red de Universidades Católicas y de Orientación Católica de la Argentina.

Al presentar las conclusiones de dicho documento, el presidente del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, Dr. Guillermo Lipera, afirmó que “la soberanía reside y le pertenece al pueblo todo y no a las mayorías circunstanciales”, y que “ningún gobernante puede intentar apropiarse del Estado: es simplemente su servidor, nuestro servidor y no su dueño”. Consecuentemente con ello, “el Estado debe ser la persona ética por excelencia y los gobernantes deben actuar de manera ejemplar y como promotores de la ética republicana”.

En el documento puede leerse que “en la Argentina, ese rol del Estado como garante del imperio de la ley se contrapone con la experiencia”. El Foro de Convergencia Empresarial señaló que “desde el comienzo de la transición democrática en 1983, la Argentina viene transitando gran parte de estos años en emergencia económica y social declarada por ley”, lo cual “terminó transformando lo extraordinario, lo anómalo, en ordinario y normal”.

La democracia argentina adolece de muchas tareas pendientes; tales desafíos no distan demasiado de lo que el importante politólogo italiano Norberto Bobbio (1909-2004) definió en el libro El futuro de la democracia como las “falsas promesas de la democracia”. Estos oficios, aun irresueltos, tienen conexión con la distribución del poder, la representación política, la derrota del poder oligárquico, la concreción de una democracia social, la eliminación del poder invisible y la educación para los ciudadanos.

Coincidentemente con Bobbio, la filósofa española Adela Cortina (1947), asevera en su libro Ética aplicada y democracia radical que se puede avanzar hacia una democracia participativa fuerte en la que los conflictos se resuelvan mediante una comunidad de consenso entendida como proceso participativo; el conflicto puede transformarse así en cooperación sobre la base de la deliberación pública, la participación ciudadana y la educación cívica. El proceso participativo contiene para ella tres factores independientes que son la comunidad política, los intereses parciales y privados convertidos en bienes públicos, y la ciudadanía en su conjunto. El camino para obtener una democracia fuerte es el querer común capaz de generar una voluntad común. En su libro Plantea la necesidad de una recuperación de la política, en la convicción de que las desigualdades del capitalismo solo serán superadas desde la política.

Las próximas elecciones nacionales constituyen una oportunidad única para que los ciudadanos ejercitemos ese sano discernimiento entre los mecanismos y los discursos meramente formales, que parecieran presentar a la política como un espectáculo más entre muchos otros, y aquellas propuestas que apuntan a mejorar la calidad de nuestras instituciones, sin desatender la situación de millones de personas que se encuentran padeciendo la pobreza o la indigencia. 

Es imprescindible recuperar canales de diálogo para ir construyendo esa voluntad común que convierta a nuestra incipiente democracia en un sistema acorde a las exigencias del siglo XXI.



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