PrevenciĆ³n y educaciĆ³n para la salud


El derecho a la salud es, sin duda, uno de los derechos fundamentales de los niños. Este derecho humano es consagrado por la Convención de los Derechos del Niño y otros tratados internacionales y no sólo abarca la atención de salud oportuna ;sino que  revela una vez más el carácter interdependiente e indivisible de los derechos humanos ya que la posibilidad de gozar del derecho a la salud, está vinculada de forma directa con el ejercicio de otros derechos como el derecho a la vida, la alimentación ,el agua potable, la vivienda, el trabajo, la educación, la dignidad humana, a la no discriminación, la igualdad y el acceso a la información.

El niño es reconocido universalmente como un ser humano que debe ser capaz de desarrollarse física, mental, social, moral y espiritualmente con libertad y dignidad.   La Declaración de los Derechos del Niño, resalta la idea de que los niños necesitan protección y cuidado especial, incluyendo una protección legal y asistencial adecuada, antes y después del nacimiento. Los niños necesitan una atención para disfrutar del mejor estado de salud posible y poder desarrollarse adecuadamente durante toda su infancia y adolescencia.

En cada etapa de su desarrollo físico y mental, los niños tienen necesidades específicas y riesgos de salud diferentes. Así pues, un bebé es más vulnerable y estará más expuesto a ciertas enfermedades (enfermedades infecciosas, malnutrición, etc.) que un niño pequeño o un adolescente. Y viceversa, un adolescente, debido a sus hábitos y su comportamiento, estará más expuesto a otro tipo de riesgos (salud sexual, mental, accidentes, alcohol y drogas, etc.).  La prevención y la educación  tienen un papel esencial en la protección de la salud infantil.

El desarrollo cerebral y biológico durante los primeros años de vida depende de la calidad de la estimulación que el lactante recibe de su entorno: familia, comunidad y sociedad. El desarrollo en la primera infancia, a su vez, es un determinante de la salud, el bienestar y la capacidad de aprendizaje durante toda la vida. Para mejorar el desarrollo en la primera infancia es preciso que a nivel mundial las comunidades mejoren permanentemente las condiciones en que las familias crían a sus hijos, para lo cual han de atenderse las necesidades en materia de seguridad económica, flexibilidad en los horarios de trabajo, información  y apoyo, salud y servicios adecuados de puericultura.

El grado de seguridad y de contención social de los barrios y escuelas, así como la atención que se dedique a los niños, son factores importantes también para el desarrollo en la primera infancia.

Los niños sin cuidado parental o con discapacidades deben recibir una atención que los estimule, los apoye y los ayude a crecer. Una puericultura y una educación de alta calidad en la primera infancia pueden mejorar sus posibilidades de éxito en la vida.

Los adultos somos los responsables se darles a los niños todo lo mejor, a fin de que  puedan tener una infancia feliz y gozar, en su propio bien y en bien de la sociedad.


Por Dra. Daniela Andreani, integrante del Servicio de Pediatría de la Clínica Universitaria Reina Fabiola.



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Universidad Católica de Córdoba
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