Los niƱos frente a las pantallas


"Tanta soledad, todos conectados, niños de pantalla bienvenidos al mercado”.

Así termina una canción de Ciro y los Persas, Vas a bailar se llama. La frase ilustra el tema en muchos de sus aspectos. ¿Por qué no ven las estrellas y los paisajes de verdad y en cambio se maravillan con eso mismos frente a una pantalla? ¿Es porque nacieron en la era de lo digital? La respuesta es sí y es no.

Muchas veces somos los adultos los responsables: los dejamos frente a las pantallas porque queremos estar “tranquilos”. Necesitamos trabajar; conversar; limpiar; etc. Lo cierto es que la televisión, computadora, celular o tablet ya forman parte natural de sus vidas. Muchos niños, ya con año y medio o dos saben lo básico porque ven, e imitan. La mayoría no se concentran por mucho tiempo en nada en particular y nunca pueden aburrirse.

Como dato, y según el informe del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia realizado por Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), el 63,5% de los chicos pasa más de dos horas por día frente a una pantalla, lo que indica que el tiempo de exposición es elevado.

Cuándo se vuelve un problema

Cuando un niño o joven prefiere aislarse y jugar con videojuegos o chatear o ver televisión en vez de tener una vida de relación con otros pares es claramente un signo de alerta.

Para Gabriela Richard, Psicóloga y directora del Curso de actualización en conductas y procesos adictivos de la UCC,  las pantallas que abren a la realidad virtual son cada vez más accesibles.”Para pensar en su exposición a ellas, es necesario cotejar esta experiencia con otras que permiten vivencias integrales, activación de todos los sentidos, posibilidad de regulación según propios gustos y ritmos. Asimismo, es preciso prestar atención al hecho de que todos los desarrollos tecnológicos, tiene un fin comercial antes que educativo. En esa perspectiva, el público infanto juvenil es especialmente buscado para ser estratégicamente seducido al mercado de consumo, e incluso adoctrinado según pautas político culturales dominantes”.

Para Richard, los productos que se presentan a través de “pantallas” están diseñados especialmente para atraer la atención por encima de los estímulos “naturales”, y este es el motivo por el cual la exposición a las mismas conlleva un riesgo, en el caso de que no se disponga de mecanismos de auto regulación y posicionamiento crítico necesarios para administrar estos recursos. “Tal es el problema que se plantea con los niños –comenta: su identidad se está modelando, y su cerebro está inmaduro, por lo cual son altamente vulnerables.  En estas condiciones, el hábito de usarlas, se refuerza fácilmente, se arraiga y luego es difícil de modificar”. Aun si constituir un trastorno adictivo, los adultos deben valorar esto como pautas de dependencia creciente, que restringen la autonomía de los niños a la hora de disfrutar en situaciones variadas y desarrollar aprendizajes que los hagan tolerantes a la frustración, comenta la psicóloga.

Para ella, no es conveniente que los niños usen las pantallas con comando tales como computadoras y celulares, antes de los 6 años, para que su capacidad de percibir se mantenga abierta, a encontrar placer en diversidad de situaciones, a aprender a jugar de modo creativo, a divertirse, que no es lo mismo que “mantenerse entretenido”. Además, agrega que la posibilidad de incrementar las horas de uso de estas tecnologías, no debería estar asociada a la necesidad de los padres de mantenerlos quietos o  distraídos.

Respecto al aburrimiento (que también luego se observa en adolescentes y adultos) apunta que deviene de las dificultades para administrar el tiempo de ocio de modo creativo. “Las pantallas invitan a un rol pasivo, aun cuando haya que responder a estímulos variados. En estos  casos, la iniciativa proviene del entorno, sin que el sujeto aprenda a registrar intereses, sentimientos, deseos, recursos propios. Sin este entrenamiento natural,  la capacidad de sorpresa se adormece, y siempre queda a la expectativa de lo nuevo y más impactante que se le pueda ofrecer”.

El efecto de modelaje que se produce entre padres e hijos, también debe ser tenido en cuenta, como complemento de la pregunta acerca de cuanto tiempo debo permitir a mi hijo estar frente a una pantalla: ¿que uso hacen de los celulares, televisor y computadoras?

En definitiva, la crianza de los hijos, ofrece una oportunidad hermosa para poder renovar preguntas, reaprender, descubrir, y asombrarse tanto de lo que nos pasa como adultos, como de lo podemos ayudar a los que vienen creciendo. La familia se beneficia en su conjunto, y todo repercute de modo positivo en el plano social.



Impresión generada el día 19/04/2024 16:23hs. desde el Portal Web de la
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