Brasil. La rebeliĆ³n de los gauderos.


Desde el año 2014, cuando la presidenta Dilma Rousseff fue electa para el cargo con más de 54 millones de votos, comenzó una fuerte campaña impulsada por aquellos que fueron vencidos en las urnas para apartarla de sus funciones. El pedido de impugnación de votos y, posteriormente, el recuento de las papeletas que arrojaron resultados negativos para sus solicitantes, agotaron los caminos democráticos. Quedaba apelar a las componendas de los emporios de las comunicaciones, los jueces con afán de protagonismo y los políticos de dudosa ética republicana para iniciar un camino lesivo para la democracia.

En este marco, se produjeron grandes movilizaciones, donde las remeras amarillas de la selección brasileña se convirtieron en emblema de los que clamaban la salida de la presidenta de su cargo. Los escándalos de corrupción, si bien se han producido en empresas con participación estatal, el mayor de ellos bajo investigación en lo que se llama ‘operación Lava Jato’, o con contratos para realizar obras bajo la administración de la presidenta Dilma, no han demostrado vínculo alguno con la persona de la mandataria.

Las grandes transformaciones sociales producidas por la intervención activa del Estado en la distribución del ingreso en beneficio de los sectores menos favorecidos de la población, durante los gobiernos de los mandatarios Inacio Lula Da Silva y Dilma Rousseff, ambos pertenecientes al Partido dos Trabalhadores (PT), modificaron la participación de Brasil en la política y la economía mundial. Recobrado el protagonismo a partir de la conformación de los BRICS y la UNASUR, el país se tornó una referencia en la región, donde lideró el bloque latinoamericano que promovía crecimiento autónomo y soberanía política. Sin embargo, un período económico de desaceleración del crecimiento a nivel mundial ha impactado en la economía doméstica. El segundo gobierno de Dilma, no consiguió recobrar la iniciativa para relanzar el crecimiento del país.

Desde 2015, Eduardo Cunha (PMDB), presidente de la Cámara de Diputados, impulsó procesos de destitución de la presidenta por medio de trámites parlamentarios. Cunha, a pesar de presentarse como paladín de la ética pública, omitió informar a las autoridades fiscales la existencia de cuentas personales en el banco HSBC, Suiza. Con posterioridad a la conducción de la sesión en la Cámara de Diputados, el 17 de abril de 2016, donde se decidió apartar a la presidenta de sus funciones, se dieron por finalizados sus servicios. La Corte Suprema de Justicia de Brasil (STF) decidió separarlo de su cargo, y de su mandato de diputado, por la gravedad de las acusaciones en su contra por hechos de corrupción. Esta decisión, no obstante, dejó en la línea sucesoria de la Cámara al diputado Maranhão -revirtió dos veces una decisión: anular el proceso de votación del día 17 y anular la anulación para no ser expulsado de su partido-, quien, además, está sospechado de desvío de dinero en la investigación ‘Lava Jato’. Mientras tanto, la Procuraduría General de la República avanza con un proceso iniciado en 2013 contra el presidente del Senado, Renan Calheiros, por peculado y falsedad ideológica, al tiempo que se aguarda la resolución sobre otros 11 pedidos de apertura de investigación por sospechas de corrupción.

El desgaste a la imagen a la que fue sometida la presidenta por la prensa monopólica de la Red O Globo fue notorio. A la fecha, se vanagloria de ser ‘los ojos del Brasil’ y afirma, sin reparos, que ‘dedicó sus mejores esfuerzos’, traducidos en 49 tapas de la revista Veja, para poner fin al ciclo del PT. (Veja, 16/05/16). Para otras lecturas, esta operación termina de anudar sus puntos con la presentación de la asunción de los ministros de gobierno provisorio.

Un gabinete sin mujeres representa una imagen de Brasil, donde las clases acomodadas otorgan lugares secundarios y decorativos a las mujeres, que reciben, coherentemente, grandes espacios en las revistas de modas. Los negros y las minorías étnicas han quedado muy lejos del país multicultural que se enorgulleció de ser. En este sentido, una de las primeras medidas de Temer será anular los últimos actos de gobierno de la presidenta Dilma, la entrega de tierras improductivas a pequeños campesinos y la creación de reservas indígenas (O Globo 16/05/16). El gobierno que se inicia cuenta, sin embargo, con cinco ministros investigados por corrupción en la ‘Lava Jato’ y otros dos ya procesados en la misma causa, quienes quedarán, ahora, todos cubiertos por la inmunidad de sus cargos.

Al frente de un gobierno interino, surgido de un Golpe de Estado parlamentario que no respetó el derecho de defensa y comenzó un proceso de destitución sin pruebas del delito, Michel Temer deberá comenzar las transformaciones que se le reclaman. Temer, el antiguo aliado del Gobierno, el antiguo vicepresidente, se calza un traje que le queda más cómodo y deberá equilibrar las cuentas. Aguardan, mientras tanto: el capital financiero, donde la banca JPMorgan es la principal financista del empresariado local, que puja por una reducción de los costos laborales; y la prensa abiertamente opositora al PT que dedica sus páginas a minar la imagen de Lula para impedirle un nuevo acceso a la presidencia de la república, por medio de elecciones democráticas, en 2019. Sin perder tiempo, foguea con la urgencia que tiene el nuevo Gobierno para hacer las reformas profundas que el país necesita (Istoé, 18/05/16). Este entramado complejo, donde abrevan jueces y políticos, se encuentra decidido a terminar con los derechos alcanzados por las mayorías postergadas de un país empobrecido (Piauí, 05/16).

Después de la puesta en escena de la Cámara, donde los diputados dedicaban sus votos favorables al inicio de proceso contra la presidenta a sus nietos o a Dios; el Senado concluyó la maniobra, aunque su presidente pretendió diferenciarse: ‘No vamos a repetir aquí el triste espectáculo de la Cámara (..) no podemos transformar al Senado en una feria de pajaritos’ (Época 16/05/16). Minutos después, el senador Fernando Collor de Mello, ex presidente apartado de su cargo por corrupción mediante un proceso de impeachment y acusado nuevamente de corrupción en la operación ‘Lava Jato’, votó a favor del iniciar el proceso contra la presidenta Dilma. Este escenario demuestra que será improbable que la presidenta obtenga un resultado a su favor al concluir los 180 días, como máximo, que tiene el Senado para resolver, ya que los que juzgan serán los mismos que decidieron apartarla sin pruebas. Así, se hizo del gobierno una camarilla sospechada de haberse beneficiado a costa del Estado, con un programa para administrar los bienes públicos que sólo sería aceptable bajo condiciones de violentar a las instituciones democráticas y con la colaboración del maquillaje publicitario. El gaudero (tordo, en Argentina) es un pajarito que parasita los nidos ajenos con la finalidad que otra especie realice el trabajo de empollar sus huevos.

Por Juan Ignacio González. Lic. en Ca. Política – UCC; posgraduando en Historia, Universidade Federal Fluminense – UFF, RJ, Brasil.

 



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